Se disputaba el inicio del segundo tiempo en el estadio Libertadores de América entre Independiente y Universidad de Chile, durante los octavos de final de la Copa Sudamericana, cuando el partido tuvo que detenerse debido a actos violentos en las gradas. El saldo fue de 90 detenidos y 10 heridos.
La pelea comenzó porque desde el sector visitante se arrojaron objetos a la hinchada local, lo que provocó que la policía tuviera que desalojar esa zona del inmueble.
A pesar de los intentos por mantener la seguridad, las hostilidades entre ambas porras continuaron, lo que obligó al silbante uruguayo Gustavo Tejera a detener el juego. El marcador en ese momento estaba 1-1 (global 2-1 en favor del equipo universitario chileno). La CONMEBOL informó vía redes sociales que el partido quedaba cancelado.
Con el empate 1-1, el equipo local estaba obligado a ganar por un gol para forzar los penales, debido a que Independiente había perdido 1-0 en el partido de ida disputado en Santiago.