En “Dios es un Stalker”, Rosalía lleva su narrativa a un lugar muy íntimo. La canción habla de esa sensación de que el universo —o un amor del pasado— sigue enviando señales, incluso cuando uno intenta avanzar. No es una historia literal, sino una metáfora poderosa sobre cómo ciertos sentimientos se quedan rondando, vigilando y acompañando sin que los llamemos.

La letra profundiza en ese tipo de amor que deja huella: el que aparece en tus pensamientos sin permiso, que escuchas en canciones, que se parece a alguien entre la multitud y que parece seguirte aunque ya no esté. Rosalía juega con la idea de que “Dios” observa cada paso, pero también de que el recuerdo de esa persona especial lo hace sentir igual de presente, como si ambos se mezclaran en una misma energía.

Musicalmente, el tema envuelve con un tono melancólico y reflexivo que acompaña perfecto la historia: un amor que marca, que guía, que persiste… y que a veces se siente tan inevitable que parece divino.

“Dios es un Stalker” ya está disponible en plataformas, y se está convirtiendo en un refugio emocional para quienes entienden lo que es tener un amor que nunca se va del todo.