Si alguien podía devolver la fe, la magia, la esperanza y la dignidad a la Selección Mexicana, era Jaime Lozano, y lo hizo, pues debutó en la Copa Oro venciendo 4-0 a Honduras, y ocasionó una fiesta mexicana en Houston.
El cambio de técnico transformó al cuadro nacional e hizo que los goles y la afición volvieran.
El Tricolor debutaba ante Honduras en la Copa Oro y ‘Jimmy‘ (como interino) en el banquillo mayor, y ambos lo hicieron de la mejor forma, pues el equipo mostró otra cara y parecía que a manos de Lozano recobró la memoria y como si se estuviera reviviendo un recuerdo de los Juegos Olímpicos de Tokio, los futbolistas, que en su mayoría él ya había dirigido y con los que ganó el bronce, atacaron, se entregaron, dieron su mejor futbol, hicieron todo lo que no ocurrió cuando los dirigió Diego Cocca.
Los jugadores mexicanos estaban irreconocibles en el campo y eso se reflejó de inmediato en el marcador; en un par de ocasiones (2′ y 23′) Luis Romo estremeció la red hondureña y puso a los verdes adelante en el marcador.
Para la segunda parte, Orbelín Pineda anotó el tercer tanto (52′) mexicano y con ello bajaron un poco la intensidad, pues el rival no exigía como se esperaba; aun así, México no se conformó y Luis Chávez hizo el cuarto gol (64′).