Hay pérdidas que no se ven, pero se sienten. Se les conoce como duelos invisibles, una forma de duelo emocional que afecta a muchas personas sin que lo noten, al atravesar transiciones importantes en sus vidas: el cambio de escuela, la jubilación de un compañero, el crecimiento de los hijos o incluso el paso del tiempo reflejado en un cumpleaños significativo.
Especialistas señalan que este tipo de duelo suele pasar desapercibido, ya que no está vinculado a una pérdida física o definitiva como la muerte. No hay flores, ni rituales, ni despedidas formales. Sin embargo, el impacto emocional es real. “La tristeza llega sin una causa clara. Es una sensación de vacío o nostalgia que muchas veces no sabemos identificar”, explicó la Tanatóloga Wen Cotera.
Los llamados duelos invisibles pueden surgir cuando concluye una etapa de vida y se inicia otra: terminar la universidad, cambiar de trabajo, ver partir a los hijos del hogar o simplemente asumir que ya no se es el mismo de antes. En todos estos casos, se pierde una rutina, un rol, una conexión o una versión de uno mismo que ya no volverá.
“Muchas veces sentimos que algo nos falta, aunque todo parezca estar en orden. Esa extrañeza viene de un cambio que aún no hemos procesado emocionalmente”, precisó la especialista. Esta clase de duelo puede manifestarse con síntomas como cansancio, apatía, tristeza sin causa aparente, ansiedad o desmotivación.
Frente a esto, los expertos recomiendan ponerles nombre a las emociones, hablar sobre ellas, pedir ayuda profesional si es necesario y, sobre todo, vivir el presente con consciencia. “La única manera de no extrañar una etapa es haberla vivido plenamente”, agregó Cotera.
Otra estrategia útil es anticiparse a los cambios. Reconocer que la vida es un constante movimiento permite prepararse emocionalmente para lo que viene. “Cuando nos hacemos conscientes de que algo está cambiando, podemos decidir cómo afrontarlo. La clave está en dejar de posponer la vida por miedo”, sostuvo.
Finalmente, la tanatóloga invitó a reflexionar sobre la importancia del autocuidado emocional y del amor propio. “Vivamos con pasión, con presencia y con menos ‘hubiera’. Así los duelos dejan de ser invisibles, porque ya estamos listos para aceptarlos y transformarlos”, concluyó.